Congelar el queso: ¡Aquí te lo contamos!
No todos los quesos son iguales. La textura y la consistencia de los distintos tipos se diferencian tanto como su sabor. Por eso es crucial emplear la técnica de congelación adecuada, para que la consistencia y el aroma se conserven incluso después de descongelar. Te contamos cómo puedes conservar congelados tanto quesos blandos como duros o semiduros con las bolsas de congelación Albal®.
Antes deberías saber que la textura del queso puede cambiar al congelarlo. Esto afecta sobre todo a las clases de queso con un alto porcentaje de agua. Por este motivo, los quesos blandos suelen cambiar más al congelarse y pueden tender a desmenuzarse ligeramente. Los quesos duros y curados tienen un porcentaje de grasa más alto y son los más adecuados para congelar.
Aquí encontrarás un resumen de cómo congelar y tratar los distintos quesos.
Congelar queso blando:
Dado que el queso blando, como p. ej., el brie, tiene un porcentaje de agua más alto, es más propenso a una quemadura por congelación. Por tanto es especialmente importante un envasado hermético. Nuestras bolsas de congelación Albal® te ayudan a proteger el queso de las quemaduras por congelación. Lo mejor es cortar el queso blando en lonchas finas que no se queden pegadas entre sí y se puedan descongelar en porciones fácilmente. El queso blando congelado es ideal para gratinados en el horno y cuando está derretido tiene un sabor irresistible si se pone en tostadas o sándwiches calientes.
Congelar queso semiduro:
Gracias a su baja humedad y a su alto porcentaje de grasa, el gouda y el edamer son especialmente aptos para congelar. Cortado en dados, tu queso semiduro favorito es perfecto para su consumo posterior y también en este caso puedes descongelar la cantidad que desees para disfrutarla directamente. ¡El queso congelado se conserva en el frigorífico hasta cuatro meses!
Congelar queso duro:
Si se trata de parmesano, grana padano o cheddar, lo más importante es: ¡congelar este tipo de quesos siempre ya rallados! de lo contrario podrían empezar a desmenuzarse en el congelador. Al estar rallados, no solo conservan su consistencia, sino que una vez descongelados están listos para utilizarlos y se pueden añadir perfectamente a gratinados y otras recetas.